Maridos, novios, parejas…ninguno se libra de nuestros
cambios de humor, rabietas y pataletas. Porque admitámoslo, las tenemos.
Frases como “¿pero qué te pasa?”, ¿por qué lloras?, “no se
qué hacer”, “no entiendo lo que pasa”, “¿qué puedo hacer?” se repiten después
de una de nuestras miradas asesinas tras algún comentario desafortunado o una
actitud no aprobada. En esos momentos les culpamos de nuestros malestares,
nuestras nauseas y nuestras incomodidades.
Qué mujer no ha oído de su pareja al principio del embarazo
“cariño, me voy a solidarizar contigo; no voy a beber alcohol, voy a dejar de
fumar y los fines de semana me iré a la cama contigo”, JAAA. Las buenas
intenciones no les duran ni un día. Es probable que estas promesas te las haya
hecho con un gin tonic en la mano y un piti en la otra. Porque ahí es cuando
entendemos por qué somos las mujeres quienes parimos.
Recuerdo una anécdota de mi novio cuando me dijo a los 4
meses de estar embarazada, “cariño, es que hoy he pensado: vamos a ser padres”.
Será cabrón!!! Llevaba cuatro meses llenos de cambios, molestias y alteraciones
sentimentales, casi medio embarazo y él empezaba a darse cuenta!!! Está claro
que ellos no pasan, ni por asomo por lo que nosotras, ni tienen esa conexión
con el bebé.
Pero hay que reconocer que su papel en esos nueves meses
tampoco es sencillo. Me encanta observar cómo se esfuerzan por entendernos, por
mimarnos y lo que son capaces de hacer para evitar alguna de nuestras regañinas
sin sentido. Es cuando se llenan de una paciencia infinita, se ponen en nuestra
piel y nos lo consienten todo. Me encanta aprovecharme de esos momentos ;)
A vosotros que nos habéis cambiado la vida para siempre, que
nos soportáis en los peores momentos, que nos consoláis en los bajones, que nos
mimáis con vuestras caricias. A vosotros que nos habéis dado el mejor regalo
del mundo: dar la vida, GRACIAS.
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