“Cariño, estoy preparada. Quiero tener un hijo”. La mayoría
de las veces que decidimos ser padres es porque la mujer ha recibido “la
llamada”. Un día, de buenas a primeras, quiere ser madre, y no tarda en
comunicárselo al padre, que puede reaccionar con un ataque al corazón o
sorprenderte demostrando alegría. Recientemente,
un estudio de
la Universidad de Bar Ilan en Israel muestra que ciertas zonas de los
cerebros de los padres que están muy involucrados en las vidas de los bebés se
activan de la misma manera que los de las madres durante el embarazo. Si tienes
suerte y tu pareja es de estos, siéntete afortunada.
El proceso para crear un bebé es asombroso; aumenta la
conexión con la pareja, así como el sexo. Puede ser rápido o largo, pero lo que
está claro es que hay mucho tiempo para pensar, incluido el embarazo. Es
curioso que a pesar de tener 9 meses para preparar y organizar la llegada del
bebé, pocas veces se habla del futuro reparto de responsabilidades. Y aunque
estemos en el s.XXI, las mujeres no pueden dar las cosas por sentadas. Creemos
que se levantarán por las noches las mismas veces que tú, que limpiarán los
biberones todos los días, como tú, que harán lavadoras, que ordenarán la
ropita, que le llevarán al médico cuando se pongan malitos y faltarán al
trabajo igual que tú.
Deja las cosas claras con tu pareja antes de tener hijos.
Hemos vivido durante siglos una educación patriarcal difícil
de erradicar ahora. Aunque consideremos a nuestras parejas concienciadas con la
igualdad, hay aspectos inherentes en su forma de ser fruto de una herencia
machista. Y lo peor es que ni se dan cuenta. Me enerve la sangre cuando oigo
frases del tipo “mi marido es de los que ayuda”. ¿Cómo que te ayuda?, ¿cuántas
veces hemos escuchado a un hombre decir eso mismo? Nunca. Si acaso, se
vanagloria de bañar al bebé o cambiarle un pañal. Está en nuestras manos
cambiar esa idea. El comportamiento de tu pareja será el ejemplo que tenga tu
hijo y que condicionará su futuro.
Muchos padres, cuando son conscientes del trabajo que
implican los niños, acuden a la solución más fácil para ellos. Contratar
personal para que haga lo que ellos no quieren hacer. Pero una cosa es una
ayuda en las tareas de la casa para que te deje tiempo con los niños y otra es
delegar tu responsabilidad como padre. No hay problema en escoger esta solución
si previamente lo has hablado con tu pareja. Muchas mujeres que han sacrificado
o retrasado sus aspiraciones laborales, por razones obvias, se dedican al
cuidado de sus hijos. Y las afortunadas pueden contar con ayuda doméstica. En
este caso es muy típico que el marido no entienda que la madre tiene el derecho
a estar cansada. No se dan cuenta del trabajo que supone hasta que un día se
tienen que quedar con el bebé una tarde entera.
La falta de sueño es
el peor enemigo de un matrimonio,
peor incluso que la infidelidad.
Por ello es vital una conversación sobre los roles en la
educación antes de ser padres. Porque es en esos aspectos donde surgen los
conflictos de pareja. Por ejemplo, cuando llevas noches sin dormir, cuando te
despierta el llanto de tu hijo y ninguno quiere levantarse. La falta de sueño
es el peor enemigo de un matrimonio, peor incluso que la infidelidad.
Otra cosa que dan por hecho es que si alguno de los
progenitores tiene que reducirse la jornada laboral, esa será la mujer. Aquí
ellos no tienen toda la culpa, pues es un hecho que las mujeres
cobramos menos por el mismo trabajo que realizan los hombres. Y en la
crianza el dinero cuenta. Por lo tanto, la madre es la que optará por reducirse
la jornada (ojo, que esto sea una opción, no una obligación). Pero no hay
trabajo más agotador que ser madre, trabajadora, esposa y señora de la casa.
Cuando tiro el boli a las 5 de la tarde sigo notando miradas de envidia y
desaprobación, pero si vieran todo lo que tengo que hacer después preferirían
seguir en su silla. O eso creo, porque no hay trabajo más desagradecido que ser
superwoman. Todo se da por hecho, trabajarás, irás a hacer la compra, serás tú
quien se ausente del trabajo si el niño se pone malo, tendrás la casa recogida
y la cena hecha (la del niño, que lo que me faltaba era cocinar para él
también) y encima por la noche más te vale tener un apetito sexual voraz. Y ni
se te ocurra un día decir que estás cansada, ese derecho sólo lo tienen ellos,
que llevan todo el día trabajando!!!
Si a una mujer se le ocurriese hacer lo uqe hacen muchos
padres, escaquearse de sus obligaciones maquillándolo con trabajo o
micromachismos, rápidamente nos tildarían de malas madres (que no malasmadres), seríamos juzgadas de
inmediato y tachadas de la orla de la ejemplaridad maternal.
Por ello, es vital una conversación de este tipo con nuestra
pareja antes de ser padres. Porque he visto mucho desgaste (y probables futuras
rupturas) por haber dado por sentado la división de estas tareas.