miércoles, 16 de marzo de 2016

Cómo superar el primer trimestre

El embarazo de por sí es un coñazo, admitámoslo. Sí, creamos vida y es muy bonito, pero es un coñazo. Dicen que los peores síntomas son los primeros y los últimos tres meses, como si fuera un consuelo. En los últimos meses te haces una idea de que el peso y la barriga son los impedimentos más habituales, pero lo más duro es superar el primer trimestre pues aún ni tienes barriga ni sentimientos maternales, solo malestares.

Entre los posibles síntomas empecemos por el sueño. Ese manto de cansancio que te envuelve nada más levantarte. Un anuncio en forma de semi-desmayo incontrolado que se apodera de ti en cualquier momento. Tengas actividad o no. Si tienes la suerte de seguir su voluntad una pequeña siesta de 15-20 minutos lo arregla todo. Pero como te pille en el trabajo estás perdido! Ni un paseo te aliviará. Lo mejor es que crees que al día siguiente se te irá pero sólo es el principio de una agonía sonámbula de semanas.

Otro gran síntoma de “crear vida” son las nauseas. Como tu estómago sienta que le ignoras te lo recordará con asquerosos intentos de vómitos. Hazle caso y dale gasolina cada 3 horas aproximadamente si no quieres despertar su furia.

¿Duermes del tirón por las noches? Se acabó el chollo. A partir de ahora te despertarás para hacer pis en mitad de la noche. Da igual si tienes tripa o no. La vejiga es así de sabia, se encarga de recordarte que estás embarazada en el momento que más a gusto estás. Ella es así, que le vamos a hacer.
Las infecciones. No es un síntoma común en todas las mujeres, pero las que saben lo que es una cistitis, lo recordarán en este trimestre y las que no, descubriréis lo divertido que es mear agujas. Y la única solución drástica para esto es el antibiótico. ¿Y qué pasa normalmente después de tomar antobiótico? Hongos, bienvenidos!

La faena del primer trimestre es que al no tener barriga, no sentir un bebé dentro de ti, sientes que todos estos síntomas no tienen justificación. Piensas que ya tienes suficientes con todas las restricciones con la comida y el alcohol. Es como si fueras Amy Winehouse en rehabilitación, pero sin recaídas.

Es como si fueras Amy Winehouse en rehabilitación, pero sin recaídas.


Y no te vayas a quejar a tu marido que lo único que escucharás será “joder, si estás así ahora no te quiero ni imaginar el resto del embarazo”. Y tiene el valor de decírtelo así, con una copa en una mano y un piti en la otra. PACIENCIA MUJER.